08/06/2025

Con el alma a la intemperie

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Alfredo Cornejo es un gobernante acostumbrado a tomar decisiones fuertes y el edificio de poder que ha logrado construir en los 10 años que lleva al frente de la provincia -seis como gobernador formal y los 4 de Rodolfo Suárez como principal voz de mando de las decisiones de este- le permite por ahora mandar con mano dura y, muchas veces, más allá de la opinión de la mayoría de los mendocinos.

Sin embargo, algunas de sus políticas no dejan de sorprender y preocupar. Así como en algún momento del arranque del mandato de su delfín Suárez lo obligó a militar una modificación de la ley 7.722, que protege el medio ambiente de la minería contaminante, y esto casi le cuesta el puesto al por entonces gobernador, la decisión tomada el año pasado de dejar de financiar el sistema de lucha antigranizo con siembra de ioduro de plata mediante aviones despertó estupor y enojo en los sectores productivos primarios de toda la provincia.

Las palabras del propio Cornejo y de su principal militante en la causa, el ministro de Producción, Rodolfo Vargas Arizu, afirmaban que el sistema no había podido probar su efectividad y hasta cometieron el desatino de compararlo irónicamente con prácticas mitológicas en las que confiaban nuestros antepasados, tales como trazar una cruz de sal en el piso para evitar las tormentas.

Ante esa medida, municipios como San Rafael o General Alvear tuvieron que salir a hacerse cargo y poner el dinero para que el sistema continuara. Una vez finalizada la temporada, los científicos presentaron las pruebas de que el sistema, claramente, funciona. La profunda afectación del granizo en los oasis donde la lucha antigranizo no estuvo activa terminó de cerrar el círculo probatorio.

Alfredo Cornejo prometió restaurar el sistema si le probaban que era eficaz. Sin embargo, cuando se presentaron los resultados ni él, ni Vargas Arizu ni ningún funcionario ni legislador de su partido estuvieron presentes, mostrando -una vez más- cómo la falta de diálogo y respeto por las visiones disonantes son características propias de un político acostumbrado a que todos le hagan reverencia.

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